• Cualquier situación de infidelidad es difícil para todos los involucrados. Es cierto, la pareja en particular sufre un dolor inenarrable. Sin embargo, no debemos olvidar el dolor de los hijos, que sin importar su edad son sensibles al cambio que está ocurriendo en el hogar y sufren, así como el de todos los familiares y amigos de la pareja. Una infidelidad se parece mucho a arrojar una piedra en el centro de un estanque de agua: podemos ver dónde inician las ondas, pero nunca podemos ver en dónde o en qué momento se dentrán esas ondas.
    Y es curioso: aunque la infidelidad no haya tenido nada que ver con ellos, muchas veces son los hijos quienes más padecen las consecuencias, pues no pueden evadir la relación entre sus padres. 

  • Tus hijos no son tus psicólogos

    Muchas veces en una plática con nuestros hijos derivamos la conversación hacia el tema de la infidelidad, y esta se convierte de inmediato en una sesión de terapia, donde referimos nuestro dolor, enojo y experiencia.  Muchas veces se justifica recurriendo a situaciones que nada tienen que ver con la decisión tomada.  La decisión fué suya no de las circunstancias.  Las circunstncias usted la útiliza para justificar su mal proceder y el deseo de realizar su romance clandestino libremente.
  • Una infidelidad puede consumir toda la familia.

    Ninguna situación de infidelidad es fácil para la persona engañada y los hijos, pero, ante todo, siempre hay que recordar que los hijos no tienen la culpa de nada y merecen la mayor estabilidad que se les pueda brindar en medio de un ambiente tan caótico.  
Toma un momento para compartir ...Mila Carrasquillo

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